Entre las actividades que más disfrutaba hacer en invierno estaba la llamada desincronización de las luces. Durante la noche, trepaba ágilmente algún semáforo peatonal de cierto cruce de la ciudad (Pershing con Javier Prado por ejemplo) y lo retrazaba dos segundos. Luego, con las manos firmes y asidas al poste, resbalaba hasta el suelo y volvía a casa.
Dormía intranquilo esperando con ansias el siguiente dia y ni bien amanecía regresaba al cruce, escalaba a un lugar privilegiado y escondido (una hoja en un arbol cercano o alguna escultura en la verma central) y esperaba con impaciencia a que ocurriera el primer atropello. Algunas veces, si es que este se encontraba muy alto para poder pasar desapercibio, se trepaba en el semáforo vehicular para poder sentir el salpicón de la sangre caliente en el rostro helado por la neblina de la mañana.
Esta es una de las tantas actividades que disfrutaba hacer durante el invierno.
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